Varita Magica

¿Y qué mejor símbolo que la varita para distinguir y reconocer de inmediato la presencia de una maga y, más en general, de la magia?

En verdad, aunque el pensamiento colectivo nos lleva a acercar la varita a un contexto puramente medieval, su génesis es tan antigua que ya se puede encontrar entre los pueblos ancestrales protoindoeuropeos. De hecho, era probablemente considerado el cetro Real, el “báculo de mando”, y así sucesivamente hasta la vara, como evolución natural.

Para Platón, la “mageia” debe atribuirse al zoroastrismo y por tanto, a los sacerdotes de Zoroastro, los famosos Magos. En sus prácticas, la varita, tomada de la antigua práctica chamánica, adquiere la apariencia de un “manojo de ramitas” que se vuelven sagradas y poderosas: el objeto se define como “barsom”, generalmente ramas de granada o tamarisco. Sucesivamente al no encontrar más este tipo de ramas, la sustituyeron por varillas de cobre o en plata. El “barsom”, también conocido como “bareman”, se remontaría a los tiempos prehistóricos de las estepas euroasiáticas.

La varita establece un vínculo entre este mundo material y el reino espiritual, es el conducto a través del cual los principios y poderes arquetípicos manifiestan su presencia y reciben ofrendas

Además de su valor religioso introspectivo y propiciatorio, también es capaz de proyectar las “fuerzas”, las “energías”, hacia el exterior.

Con la Edad Media la varita se menciona nuevamente en los grimorios, para preparar medicinas y pociones mágicas y hacer talismanes.