Transmutación

Con la expresión “transmutación interior” se pretende definir el antiguo arte de la producción y desarrollo del “cuerpo sutil” (también llamado cuerpo astral, cuerpo onírico etc.), ósea la posibilidad, presente en el ser humano en el estado potencial, para despertar en sí mismo una entidad energética realmente independiente del cuerpo físico, en la que es capaz de trasladar su propia personalidad consciente para hacerla actuar en un contexto de “planos de realidad” alternativos al plano de la realidad objetiva, y sacar de estos conocimientos, recursos y poderes que son considerados sobrenaturales por el hombre común.

Las técnicas para lograr tal resultado han llegado hasta nuestros días mediante “cadenas” de transmisión, más o menos secretas o clandestinas, de las que podemos encontrar huellas en todas las civilizaciones. Al estudiar escuelas de transmutación en diferentes países del mundo, es fácil ver que las técnicas que enseñan son muy similares entre sí, a pesar de la distancia: meditación y ejercicios mentales similares, repetición auto hipnótica de fórmulas mágicas (los “mantras”), técnicas de control de sueños dirigidos a la resurgencia del inconsciente, ayuno, ejercicios de gimnasia particulares etc.

A través de estos métodos, el practicante, bajo la guía de Maestros, puede lograr el “despertar” del cuerpo sutil, que se manifestará a su conciencia primero durante el sueño o en un estado de trance, y luego pasará gradualmente a tomar el control de su personalidad incluso en el estado de vigilia, determinando la adquisición de modos perceptivos adicionales hasta ahora desconocidos.

Cuando termine el trabajo de transmutación interior, el “despierto” adquiere la capacidad de moverse a voluntad de uno a otro de los innumerables planos de realidad posible, de los cuales podrá extraer preciosas energías sutiles que de otra manera no estarían disponibles en nuestro mundo y trasladarlos al nivel de la realidad objetiva; como resultado de esto, sus energías, su influencia sobre los demás, sus capacidades de acción y realización, se expandirán más allá de cualquier límite imaginable.

Tras la muerte del cuerpo físico, el “yo consciente” del despertado, refugiándose en el cuerpo sutil como en un Arca, resistirá el impacto de las fuerzas desintegradoras (que corresponden, en el plano físico, al fenómeno de la putrefacción), logrando sobrevivir durante un tiempo infinito, en cualquiera de los “planos de realidad” alternativos a los que tenga acceso.